Si no hubiese podido participar del mundo de los
cuentos y si no hubiese podido inventarme mis
propios mundos, me habría muerto.
La palabra es lo más bello que se ha creado, es
lo más importante de todo lo que tenemos los seres
humanos. La palabra es lo que nos salva.
A veces la infancia es más larga que la vida.
El que no inventa, no vive.
La ilusión por la vida nos hace soportar la
proximidad de la muerte.
La palabra es el arma de los humanos para
aproximarse unos a otros.
El mundo hay que fabricárselo uno mismo, hay que
crear peldaños que te suban, que te saquen del pozo.
Hay que inventar la vida porque acaba siendo verdad.
Escribir para mí no es una profesión, ni
siquiera una vocación. Es una manera de estar en el
mundo.
Me parecería una autentica falta de cortesía que
Dios no existiera.
Siempre he creído, y sigo creyendo, que la
imaginación y la fantasía son muy importantes puesto
que forman parte indisoluble de la realidad de
nuestra vida.
El tiempo lo cura todo, pero también lo quema
todo. Lo bueno y lo malo. Te arranca de la memoria
cosas que quisieras tener ahí. El tiempo se lo
lleva.
Escribir es siempre protestar, aunque sea de uno
mismo.
Nunca me he desprendido de la infancia, y eso se
paga caro. La inocencia es un lujo que uno no se
puede permitir y del que te quieren despertar a
bofetadas.